Los guisantes se conocen en Asia desde hace al menos 8.000 años. Su consumo en seco como legumbre es desde entonces habitual, aunque en los últimos siglos se ha extendido el uso del guisante verde.
Esta verdura acompaña a la alimentación mediterránea desde hace milenios, y en los últimos siglos se ha popularizado especialmente su consumo en fresco. Existen muchas variedades de guisantes, con diferentes colores, formas y tamaños: verde (el de mayor producción), azul, amarillo, aplastado, enano… Incluso hay una variedad temprana, el tirabeque, que se utiliza con vaina por lo tierna que es.
El guisante se ha ido incorporando a la dieta europea hasta llegar a ser un alimento de uso cotidiano. Su escalada se debe a sus beneficios nutricionales –los guisantes ayudan a mejorar la circulación y son ricos en proteínas vegetales y minerales–, pero también por sus numerosas posibilidades en los fogones.
Son perfectos para menestras, cremas, revueltos y para ser rehogados. En todos los casos ofrecen un resultado excelente que el propio dulzor del guisante favorece. Se envasa solo con agua y sal, lo que permite que sea tanto la base de un plato principal como una exquisita guarnición.
Fuente: Guía Repsol. Rutas, mapas, restaurantes … ¡Planifica con nosotros tu viaje!
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